CENANDO EN LA BUENOS AIRES DE 1880
Lucio V.López, nieto del creador de la letra del Himno Nacional, describe en su novela La Gran Aldea la vida social de Buenos Aires en los años de 1860 a 1880. Algunos de los pasajes se destinan a comidas fuera del hogar.
Como en todo el mundo occidental en esa época, la alta cocina francesa mandaba en los lugares de comida de las clases altas. Entre los lugares emblemáticos, el Club del Progeso y el Café de Paris eran los más concurridos. También se podía cenar en el café del barrio. Claro. El menú ya no era el mismo.
CLUB DEL PROGRESO, Buenos Aires 1880
Vamos a cenar!- menciona uno de los personajes de la novela. Entramos en el comedor que todos conocemos: un gran salón al cual le falta mucho para estar bien puesto. Aquella noche ( ) se había formado la gran mesa en herradura con mesas centrales, y sobre ella, había levantado los mismos catafalcos de cartón y pastas de azúcar de todos los años. Se cena execrablemente en el Club del Progreso, y el adorno de la mesa tiene mucho de adornos de iglesia: los jamones en estantes de jalea, los pavos y las galantinas cubiertos por todas las banderas del mundo. ( ) El mozo se nos acercó y nos dio la carta. ( ) pidió bisque y nos hizo servir champaña. Un menú típicamente francés, presentado dentro del molde clásico de la época, y regado con abundante vino del mismo origen.
Mientras tanto, en el café de la vecindad, otro personaje, continúa la novela, consinstió en ir a cenar no por cierto ostras con Sauterne, sino unas suculentas costillas de chancho, apoyadas por una copiosa taza de café con leche, con pan y manteca.
La olla podrida de las épocas coloniales había dejado el lugar a otros platos y las comidas, como siempre, además de reflejar diferentes gustos, también marcaban diferencias sociales.