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Para los que compartir con la familia lo que uno prepara es uno de los mayores placeres del arte de cocinar nada puede ser más frustrante que tener hijos que rechazan casi todas las comidas. Una investigación realizada en la University College, de Londres, busca las causas. Definitivamente, su buena cocina no tiene nada que ver!

Los casos abundan y el de familias cuyos hijos comen fideos cinco días a la semana, mientras que en los restantes dos, comen papa frita o pizza, no es ni raro ni excepcional. El problema es que estos chicos no solo son muy selectivos en lo que comen -inclusive que rechazan comidas que en algún momento apreciaban- sino que son “neofóbicos”, esto es, temen probar nuevas comidas. Una consecuencia de esto es que las comidas familiares pueden transformar en verdaderos campos de batalla en donde la persona que cocina puede sucumbir ante la presión de tener que preparar platos distintos para cada uno de los chicos, o bien, de encontrar la forma de presentarlos con variantes aceptables para cada uno.

Un estudio realizado por la Dra Lucy Cooke del departamento de epidemiología y salud pública de la University College de Londres sobre los hábitos de comida de 5.390 pares de mellizos entre 8 y 11 años descubrió la raíz del problema: La aversión de los chicos hacia las nuevas comidas, concluyó el estudio, es básicamente hereditaria. El trabajo, publicado en el número de agosto (2007) de la American Journal of Clinical Nutrition especifica que en un 78 por ciento el problema es genético mientras que el restante 22 es consecuencia del medio ambiente.
La mayoría del los chicos come una gran variedad de comidas hasta los 2 años, cuando repentinamente cambian. Esta nueva fase -que se inicia cuando empiezan a caminar- puede durar hasta los 4 o 5 años que es cuando desarrollan sus papilas gustativas y aparece el tema genético.

Que la neofobia tenga una explicación genética no significa, sin embargo, que uno tenga que hacer fideos todos los días. Los factores ambientales también pueden ayudar a superar el problema. Experiencias demostraron que presentarles las nuevas comidas a los chicos todos los días, por un lapso de 5 días a 2 semanas es un método exitoso para que se sobrepongan a sus miedos. Claro que no todos tienen la paciencia o la perseverancia de intentar una prueba tan extenuante. Jerry Seinfeld, una madre que se cansó de la neofobia de sus 3 hijos, escribió un libro (Deceptively Delicious, editorial Harper Collins) en el que relata cómo resolvió el problema: mintiendo. Su libro es, entre otros, una colección de recetas en las que enseña cómo incorporar ingredientes “temidos” dentro de platos aceptados: una palta o aguacate mezclado en un flan de chocolate o espinaca mezclada con brownies son solo dos ejemplos. Si el método de la presentación repetida no funciona o si el camuflaje de ingredientes no los convence, no queda más que armarse de mucha paciencia. Mientras la salud del chico no corra riesgo, es cuestión de esperar. Con el tiempo, comerán más variado.

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